La vieja Guardia

Lanzo un grito desesperado... Acongojado y retraído veo como pululan sin cesar miles de jóvenes en búsqueda de identidad, y aunque gritan que ya la poseen, sólo los veo correr el camino de las hormigas, donde sólo se distinguen las muertas entre las vivas. Aún recuerdo aquellas épocas en que el negro acompañaba mi alma en las largas jornadas de oscuridad, cuando muchos nos llamaban mechudos o marihuaneros, a pesar que nuestro único narcótico era el metal, cuando la oleada negra aún comandaba las noches, y cuando todos nos veían igual, aunque en el fondo sabían que cada uno de nosotros era una historia, desde juglares y académicos, hasta dementes y letales, girando acompasados frente al sonido estridente de una guitarra, el común denominador era un color, aunque todos éramos islas apartes, solitarios, pero respetuosos... Hoy todos gritan individualidad, pero muestran en sus cabezas punk, llevan el rock en los pies y la electrónica en sus ropas, mientras se acompasan al gru